sábado, noviembre 18, 2006

Miedo y Asco en Las Vegas, Hunter Thompson


Lejos de mí la idea de recomendar al lector drogas, alcohol, violencia y demencia. Pero debo confesar que, sin todo eso, yo no sería nada.
Hunter S. Thompson


Después de los Beatnicks vinieron los hippies, que viviendo en la trinidad lisérgica del rock, las drogas y el sexo, vieron en el LSD la posibilidad de comprar, en palabras de Thompson, Paz y Entendimiento a tres dólares la dosis.
Miedo y asco en las Vegas, la novela en que se basa la película de Terry Gilliam con Jonny Deep haciendo de Thompson y Benicio del Toro como su abogado, es el relato de viaje menos místico y más drogo que he leído jamás. Aún más excesivo que la película, esta novela le pone punto final a una generación fundada por los beatnicks que perdió el norte a fuerza de conseguir respuestas espirituales a través de las drogas. Lisiados permanentes, buscadores fallidos, que nunca comprendieron la vieja falacia mística básica de la cultura del ácido: el desesperado supuesto de que alguien se ocupa de sostener esa Luz allá al final del túnel.
Thompson y su abogado establecen con sus mentes y con sus entornos una manera de desnudar la podrida falacia del sueño americano. Destruyen todo aquello que el conservadurismo materialista de norteamérica se ha esforzado por transformar en monumento. Son los grandes secularizadores de los mitos americanos, tanto del sueño capitalista como del hippie.
Éramos drogadictos escandalosamente pasados, montando un número de locos flagrantes que intentábamos llevar siempre hasta el límite... No para demostrar ningún principio sociológico trascendente, ni siquiera como burla consciente: básicamente era cuestión de estilo de vida, un sentido de lo que era obligado e incluso del deber.

Si Kerouac es profeta de los hipppies, Thompson es el anticristo de ellos. Un escéptico que termina sus días con la violencia de un disparo en la sien.

Miedo y Asco en Las Vegas, Hunter S. Thompson, Angrama, 207 pp.

3 comentarios:

Barrabás-Barrabás dijo...

Vi esta pelicula. Resulta genial.
Pondré este libro tanto como Vagabundos de Dharma en los libros a buscar proximamente.

Anónimo dijo...

No se escribe Beatnicks.

Kirikú dijo...

Pero que entrada más rabiosamente BUENA!