sábado, mayo 19, 2007

Las enseñanzas de Don Fernando


El éxtasis es estar envenenado. Ser dios es estar envenenado. El veneno es la sustancia de que está hecho Dios. Dame otra copa de veneno. Veneno igual a euforia, igual a vuelo, igual a fuerza, igual a locura.
Fernando Benítez


Olvídense de Carlos Castaneda. No hizo más que llenarnos la cabeza con fábulas de brujos volando por el cielo, chamanes parecidos a Yoda, toda una imaginería más cercana a una versión autoayuda de Tolkien que a una verdadera búsqueda antropológica del uso de plantas sagradas. Fernando Benítez (otro mexicano), en cambio, recorrió el desierto, la selva de Chiapas, la sierra mazateca, vivió con María Sabina en Huautla y peregrinó con los huicholes hasta la tierra del Divino, del Luminoso, como le dicen al peyote.
Periodista, historiador, antropólogo, viajero, y escritor, su mayor obra, Los indios de México, son cinco volúmenes dedicados a las etnias indígenas que viven en el territorio mexicano, un mundo que veía desaparecer bajo las fauces del progreso.
Los hongos alucinantes es un serio y hermoso libro de viajes, y también es un ensayo antropológico, y el relato de sus primeras experiencias con hongos y la biografía de María Sabina, a quien describe con realismo, con cariño, con admiración, sin adornar con efectos especiales la magia que emanaba de su figura. Sólo cuando es imprescindible, Benítez se vuelve protagonista de su obra y se da el tiempo para referirnos su experiencia con los hongos: No era la fuerza de mi juventud lo que recobraba, sino otro tipo de fuerza, una sabiduría nueva, una penetrante lucidez, una certidumbre deslumbradora de conocerlo todo y de abarcarlo todo unido a una sensación de euforia y de alegría salvaje que me recorría como una corriente eléctrica. Dios, yo era Dios. Se desataban en mí posibilidades divinas que habían permanecido oscurecidas y subyugadas hasta ese momento.
En la tierra mágica del peyote (su otro libro coeditado por LOM y ERA) presenta descripciones que, por momentos, se tornan demasiado minuciosas. Pero si uno alcanza la paciencia necesaria, será capaz de dibujarse en su mente un detallado cuadro de la experiencia por la que atravesaba Benítez. Así, uno va descubriendo junto a él, esos pueblos pre-racionales, que vivían para sus dioses y con sus dioses, y que hoy encontramos contaminados por el turismo hippie, los yonquis americanos y los charlatanes seguidores de Castaneda.
Tras leer a Benítez se verán tentados a adoptar su consejo, pues que debemos volver a lo primitivo, a lo salvaje.


Los hongos alucinantes, Fernando Benítez, LOM y ERA, 126 págs.
En la tierra mágica del peyote, Fernando Benítez, LOM y ERA, 190 págs.