Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y sobre su mente, el individuo es soberano.
John Stuart Mill
Criminales
sin víctimas
Quienes aún creen que se puede ganar
la Guerra contra las Drogas son ignorantes o imbéciles. La única manera de
resolver este problema es legalizándolas. Todas. La persecución de las drogas
ha causado muchos más problemas que su consumo. Y desde sus inicios, el consumo
solo ha aumentado.
Hace casi un siglo atrás, Antonin
Artaud escribió una carta a uno de los pioneros del prohibicionismo que comienza así: “Señor
legislador de la ley de 1916, sobre estupefacientes, eres un cretino.” Los
argumentos que da Artaud para tratarlo así se orientan al derecho que el individuo
posee para hacer con su cuerpo y su mente lo que le plazca. Se manifiesta como
objetor de conciencia frente a una ley que no merece su obediencia: “Más aun
que la muerte, yo soy el dueño de mi dolor. Todo hombre es juez, y juez
exclusivo, de la cantidad de dolor físico, y de la vacuidad mental que pueda
soportar honestamente.” Artaud exploró su dolor y lo transformó en una obra
poética y teatral que sus doctores consideraron prueba de su locura. Él quería
opiáceos y, en vez, le dieron electroshocks.
¿En qué momento el Estado consideró
que tenía derecho a involucrarse con la vacuidad (o plenitud) mental que puede
soportar una persona?